Salirse de la fila

…y no meterse en otra

Palabras como Pájaros diciembre 17, 2008

Filed under: Refilaxiones,Rompan filas — Salirse de la fila @ 12:29 pm
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Imagen de Patricia Metola en su blog ...tipika

Las palabras adquieren un significado propio en quienes las escuchan o leen,  por eso tratamos de medirlas, elegir las adecuadas a fin de que nuestro interlocutor las interprete fielmente, sin distorsionar la idea original.

Otras veces, las palabras tienen vida propia desde su origen, cuando espontáneamente se encadenan en una secuencia no prevista, adquieren ritmo, juegan,… para formar parte de un discurso, un poema, una sentencia,… de forma tan bella, tan creativa, tan inteligente, tan transparente,… que dejan de pertenecer a su dueño.  Son esos instantes en los que, al pronunciarlas, nos sorprenden y nos descubren parte de nosotros mismos. Instantes en los que vuelan como pájaros,  se diluyen en el espacio, son libres. No hay grabadora, texto o imagen que pueda atraparlas, conservarlas.  Sólo podemos esperar que otras personas nos recuerden lo que esas palabras significaron para ellas.

Os dejo un fragmento del texto que ha inspirado esta entrada.  Palabras en  El Cuaderno de Saramago

Sin tener que preocuparme con los encuadramientos temáticos que cada pregunta específica necesariamente establecería, aunque no fuese esa su intención declarada, lanzo la primera palabra, y la segunda, y la tercera, como pájaros a los que se les abre la puerta de la jaula, sin saber muy bien, o sin saberlo del todo, hacia donde me llevarán. Hablar se convierte entonces en una aventura, comunicar se convierte en la búsqueda metódica de un camino que me acerca a quien esté escuchando, teniendo siempre presente que ninguna comunicación es definitiva e instantánea, que muchas veces es necesario volver atrás para aclarar lo que solo sumariamente ha sido enunciado. Pero lo interesante de todo esto es descubrir que el discurso, en lugar de limitarse a iluminar y dar visibilidad a lo que yo mismo creía saber acerca de mi trabajo, acaba invariablemente revelando lo oculto, lo apenas intuido o presentido, que de repente se transforma en una evidencia irrefutable de la que soy el primero en sorprenderme, como alguien que estaba en lo oscuro y acaba de abrir los ojos hacia una súbita luz. En fin, voy aprendiendo con las palabras que digo. He aquí una buena conclusión, talvez la mejor, para este discurso. Finalmente breve.

Y me salgo de la fila:  «No soy dueña de lo que digo.  Soy esclava de lo que callo. «

 

Cualquier día… junio 12, 2008

Filed under: Educación,Enfilados,Fobófilas — Salirse de la fila @ 10:18 am
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Cualquier día responderé, sólo con una sonrisa amable, a quien me advierta que mis hijas se enfriarán si juegan descalzas en el arenero, las dejo mojarse bajo la lluvia, saltar sobre los charcos hasta vaciarlos o construir castillos en la arena mojada.

bajo+la+lluvia

Cualquier día jugaremos a crispar los nervios, aún más, de los estirados comensales de un restaurante elegante que rebullen incómodos ante la presencia de unas niñas. Ese día sorberemos la sopa ruidosamente, comeremos pollo a dos manos y lameremos la copa de la mousse de chocolate.

Cualquier día pondremos a prueba los límites de los/las vigilantes de la Pinacoteca Nacional acercándonos veloz y peligrosamente a las valiosas obras de arte. Sólo para comprobar a partir de qué distancia empiezan a gritar «¡Ssshhhhh! ¡Niñaaas! ¡Cuidado! ¡No se toca!» Ese día mediremos la calidad de la obra, y la tolerancia del vigilante, con flexómetro, mientras reímos por lo bajini. Porque apreciamos demasiado el arte.

Cualquier día, cuando reciba en mis brazos a mi pequeña, dejaré de explicarle al oído, «No debes tocarme los pechos en público. A las personas mayores eso no les parece bien. Para ellas significa otra cosa…» , mientras ella me mira atónita. Porque ni yo misma lo entiendo.

Cualquier día, al regresar a casa con ellas, me morderé la lengua, para no espetar “¡Colgad los abrigos, lavaos las manos y venid a merendaaaar!”.

Cualquier día iré a buscarlas al colegio dos horas antes de la salida, alegando que deben recuperar el tiempo de juego que ayer dedicaron a hacer “deberes”.

Cualquier día regalaré mi reloj, y mi sonrisa nuevamente, a quien me diga que mis hijas desayunan, comen, meriendan o cenan muy pronto, o muy tarde; se acuestan o se levantan muy pronto, o muy tarde; o rien, lloran y juegan a deshora.

Cualquier día nos dejaremos caer por una ladera de cesped cuesta abajo, oleremos a hierba fresca, nos mancharemos de verdín, adivinaremos animales en las nubes y reiremos a carcajadas…

Inspirado en el post visto en el blog de Juanjo.